miércoles, 15 de octubre de 2014

UNA ELECCIÓN CANALLA

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Harold Alva
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Las últimas elecciones nos dejan el sinsabor de la derrota. No asimilamos aún cómo un tipo como Luis Castañeda Lossio haya ganado la alcaldía  en nuestra capital, no procesamos cómo es que un sujeto como Gregorio Santos haya obtenido abrumadoramente la presidencia de la región Cajamarca, no entendemos cómo Acuña Peralta siga consolidándose en La Libertad o cómo es posible que Elidio Espinoza sea el nuevo alcalde de Trujillo y con ellos las nuevas “autoridades” de Ancash u otras ciudades donde los representantes de la corrupción han sido legitimados como líderes. En Lima fue la propia Susana Villarán quien se esmeró en dispararse contra los pies para retornarle el sillón a Castañeda, a la población no le importó “la honestidad”, la población votó por “obras”, se cansó de la incapacidad de Villarán y no le importó COMUNICORE, las denuncias o el mutismo del rapaz socio de García, la población votó por la efectividad y el suyo fue un voto práctico, amoral, canalla. Fue un voto canalla porque al elegir a Castañeda le otorgó legitimidad al crimen organizado; los electores que exigen seguridad hicieron mal al entregarle el municipio a un hombre con tantos procesos irresueltos, le ha dado luz verde a la delincuencia, al robo, la población le ha dado luz verde a la barbarie y en La Libertad se ha cometido un crimen de lesa cultura ¿Cómo es posible que en la tierra del Grupo Norte haya resultado victorioso ese liliputiense que se jacta de no leer y que soberbiamente declaraba antes de las elecciones que lo quieran o no él ganaba sí o sí? No se equivocó, Acuña Peralta le ganó la presidencia de la región al dinosaurio aprista y, esa población no contenta con el crimen de lesa cultura, “por su seguridad” puso como alcalde a Elidio Espinoza, el sindicado líder del escuadrón de la muerte, un justiciero para algunos o un forajido que le cobraba cupos a los criminales, para otros. Cajamarca hizo suyo el sonsonete de “la víctima” y consolidó a Gregorio Santos como el hombre que necesita esa región para que la defienda del hambre de quienes pretenden expropiarle el oro. A los cajamarquinos no les importó las pruebas que pesan en su contra, no les importó los vouchers de depósitos entregados a Santos, no les importó la camioneta que le entregó Wilson Vallejos, el hombre de las licitaciones; los cajamarquinos se ajustaron la venda sobre los ojos y votaron dogmáticamente. Lamentable porque con un Arana que pudo revertir esa sensación de impunidad, el mismo ex sacerdote se sumó al discurso que victimizó al cuestionado líder de izquierda.
            ¿Qué hacer para revertir esta situación? ¿Cómo evitar otra elección canalla? Considero que los responsables de lo que suceda en el futuro somos nosotros y seguiremos en descenso mientras no tomemos consciencia de lo que hemos hecho. Es preciso entonces detenernos y hacer un examen de consciencia, preguntarnos porqué fallamos, por qué no nos involucramos en las tareas importantes, porqué esta involución, porqué dejamos que sean otros quienes elijan por nosotros, porqué permitimos que las encuestadores apuntalen liderazgos que no tienen nada que ver con lo que necesitamos. Detengámonos un momento en nosotros mismos. Mirémonos adentro. El problema cruza por una crisis de valores, de moral, esto que sufrimos pasa porque nos hemos acostumbrado a convivir en el irrespeto, en la ausencia de cumplir con la palabra, esto que sufrimos pasa porque como individuos no hemos aprendido a respetarnos entre nosotros mismos, vivimos acostumbrados a la zancadilla, a las coimas en niveles macro y micro, a las coimas en las licitaciones cuando pretendemos venderle al Estado o a los sobornos cuando le rompemos la mano al policía para que no nos ponga una papeleta, y creemos que todo esto es normal, y seguimos hundiéndonos, y seguimos tranquilos como si este fuese el modus operandi de la gente con principios y claro que no, por supuesto que no, todo lo que nos sucede en la política, en la economía, en la cultura, todas nuestras crisis responden a que nosotros como individuos estamos deformados y no queremos reconocerlo, no es nuestra intención reconocernos. Todos los días salimos y antes de salir nos miramos al espejo y vemos a un hombre normal o a una mujer normal y retornamos a nuestros hábitos, y volvemos a la rutina, y de nuevo se suceden las zancadillas, el maleteo contra el otro, las vociferaciones, el rumor con el que nos atacamos, y seguimos enfermos.  Y seguimos infectándonos.
            Necesitamos detenernos como individuos. Necesitamos hacer un imperativo acto de consciencia. Necesitamos ser leales con nosotros mismos ¿Nos equivocamos? Sí, nos equivocamos, dejemos el miedo, la cobardía y asumamos que nos hemos equivocado, quitémonos este manto de desdicha y pensemos en el porvenir, trabajemos por empezar a mirarnos como ciudadanos sin manchas en los ojos, sin niebla en la distancia que nos separa de los otros y caminemos hacia adelante. Nuestro país no merece estas autoridades, nosotros no merecemos esto. Vamos a cumplir doscientos años de independencia política y no es tarde aún para volver a nosotros como individuos porque la enfermedad radica en cada uno de nosotros, yo cambio para ser un mejor hombre y con eso ayudo a que mi familia cambie, mi familia cambia y con ella cambia el vecindario y con el vecindario mi distrito y, así, empieza la verdadera cadena por el cambio.
            Empecemos por reconciliarnos con nosotros mismos.
            Evitemos otra elección canalla.