“El poeta vigila sus sueños con una
escopeta”. “Cuaderno extranjero” debe ser el
libro más complejo de Enrique Sánchez Hernani. En cuarenta y ocho páginas el
poeta nos enfrenta a tres formas de reinvención en donde la historia es
repasada desde la perspectiva de quien ha logrado mimetizarse con cada uno de
los sucesos que configuran el imaginario de su propuesta. Su ajuste de cuentas
con el marxismo, su rol de médium que se hace explícito en “Res perversa” y la
reescritura de lo que acaso quedó en sus archivos como documentos vinculantes a
este cuerpo final, nos retornan a uno de los poetas más importantes que
surgieron en la década de los setenta. Enrique Sánchez Hernani ha escrito un
poemario que en su primera puerta se ajusta a los aportes del poema total que
incorpora en sus versos no sólo la valoración emocional del escritor sino los
elementos externos propios de otras ciencias, posteriormente nos devuelve a lo
siniestro que significa redactar en estado de posesión, en situación de medio
para liberar el poema, al margen de si el ente responde a una u otra de las
clasificaciones de la tradición judeocristiana, la voz está y es lo único que
queda. “Vamos a dejar que ocurra un
prodigio: / puedes cambiar de lugar las vocales / y atarlas en la arboladura de
las naves”. Rezan estos versos de la tercera puerta, el pasaporte que
nos retorna a la contemplación para desde allí comprender la unidad de este
cuaderno: poetizar desde los referentes de nuestra modernidad a la que asiste
como el más puntual de sus testigos y dejar que su mano escriba ajeno a su
voluntad, al sentido de quien señala la punta del iceberg. El resto será
nuestro diagnóstico, la sensación de cerrar un libro que nos deja las ventanas abiertas.
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(Publicado en Diario Expreso, el domingo 4 de octubre de 2015)