El hijo retorna a la casa del padre a recoger sus pasos. Observa el Volkswagen,
regresa a las paredes, a los cuadros desde donde vuelve a sentir la voz del
viejo, sus palabras, repasa las fotos como quien pretende simultáneas
regresiones para evitar el dolor de la ausencia, la angustia que cae con todo
su peso sobre su corazón, sobre sus manos que saben que nunca más volverán a
apretar sus manos. Piensa en la Monark que yace oxidada y
estática sobre la que alguna vez despidió su infancia. Se detiene en la foto al
fondo del salón, en la camisa, mira el retrato del pasadizo, y de nuevo la
nostalgia, la certeza de la pérdida, el vacío que se agiganta. Raúl Mendoza
Cánepa ha perdido a su padre, pero no es a través de una novela o de un relato,
la estructura que utiliza para protegerlo del olvido, sino un poema con el que
ha logrado rescatarlo para entregarlo a sus lectores. “Retratos de mi padre” es
el libro de poemas con el que Raúl Mendoza Cánepa fortalece una tradición que
empieza con Manrique y continúa con Justo Jorge Padrón que tiene en la figura
del padre un motivo para reinterpretar la historia. RDMP es una obra que
sorprende por el manejo de los tiempos y la precisión de sus encabalgamientos,
un libro que pese al dolor, a la emoción fresca, no cae en el sensibilismo.
Virtud que sólo un verdadero escritor puede asumir para lograr la
trascendencia. El autor de “La invención del reino” y “La tentación infinita”
vuelve a dejar de lado al abogado y ensayista para demostrarnos que su talento
se impone cuando regresa a la lírica. Encomiable en alguien cuya tradición
judeocristiana no opaca el estremecimiento propio de quien redacta desde la
orfandad o la tristeza.
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(Publicado en Diario Expreso)