El título de un libro suele ser
una puerta, pero cuando esa puerta tiene que ver con el azar, la intriga es lo
primero que nos asalta. No es lo mismo ingresar (o salir) con la certeza de que
adentro (o afuera) hay algo a intuir que después de dar el paso decisivo nos
espera la sospecha, la duda como relacionante a esa decodificación que hará del
personaje no la punta del icerberg sino ese ochenta por ciento que el narrador
nos entrega de forma sistemática como quien se arranca la piel, su historia,
página tras página. Victoria Guerrero, la poeta de “Ya nadie incendia el
mundo”, “Berlín” y “Cuadernos de quimioterapia”, ha publicado “Un golpe de
dados (novelita sentimental pequeño – burguesa)”, un texto de autoexploración
que nos entrega como quien necesita saldar una deuda con la nostalgia, con las
calles donde no sólo conoció el amor sino sobre las que fue creciendo una
generación con la que participa como quien detona una bomba, un grito, un poema
de redención. Victoria Guerrero, consecuente con su propuesta poética, ha
escrito un relato político que bien puedo asociar a sus “Documentos de
barbarie”, por ese tono de inventario que a pesar de lo personalísimo
constituye un manifiesto colectivo. El valor agregado, más allá de la historia,
radica en su técnica, en su estilo para domar el lenguaje: la destreza con la
que narra cómo se gesta la reacción popular y, a contracorriente, nos deja el
final como esa puerta que constituye la punta del icerberg, lo que se ve:
Guerrero termina su texto sin escribir lo que sabemos, es reticente. Nos
propina un knockout, una lección de clase con la que no podemos dejar de
perturbarnos. Léala: “La palabra no existe en medio de la guerra”.