miércoles, 2 de diciembre de 2015

Tarja Turunem


Lo primero que escuché de Tarja fue su interpretación de “El fantasma de la ópera”, cuando era vocalista de Nightwish, la banda finlandesa de donde, después de nueve años de ascendente carrera en la escena del power metal mundial, fue expulsada el 2005. Su impactante voz hizo que investigue sobre su registro más que sobre la historia de la banda. Ella fue quien les marcó la pauta, ella fue la estrella; paradójica virtud que determinó la extraña decisión de Tuomas Holopainen por entregarle una sombra a su carrera con la desatinada expulsión. “Tenía aires de diva”, declaró. Argumento que pierde piso cada vez que la soprano se pone en contacto con su público. Tarja Turunem nació en Kitee, en 1977. Después de grabar seis discos con Nightwish, inició su carrera como solista. Es soprano, compositora y pianista. La diosa del metal ha hecho del rock una invitación a lo gótico que captura especialmente a quienes invadidos por el arte, nos trasladamos a escenarios disímiles en los que podemos liberar los demonios a quienes hemos aprendido a observar en silencio cuando escuchamos el crepitar de una garganta que sacude como el filo de la conmovedora y oscura voz de la sirena de Finlandia. Su dimensión en la escena de la música, alcanza territorios inéditos gracias a su rompimiento con lo que conocemos como power metal. Su mezcla del heavy tradicional con particularidades escolásticas hace de su propuesta una vertiente en la que lo melódico triunfa con ventaja sobre esa agresividad con la que dosifica cada una de sus interpretaciones, va más allá del thrash. Su aporte es precisamente esa tensión que la eleva y la independiza lo suficiente como para dejar de esquematizarla cual representante de un subgénero. Tarja Turunem se independiza como tendencia: ella ha fundado su propia tendencia.