domingo, 27 de septiembre de 2009

Entrevista a CARLOS CALDERÓN FAJARDO

“Las sociedades "necesitan" inventarse escritores de "culto" y los raros son perfectos para esa forma de momificación necrofílica”.
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Por Harold Alva
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El primer libro que leí de Carlos Calderón Fajardo fue La conciencia del límite último; desde entonces he seguido de cerca la obra de este narrador a quien hemos tenido el privilegio de publicar El viaje que nunca termina: la verdadera historia de Sarah Ellen (Ediciones Altazor, 2009); que presentamos la noche del jueves 24 de setiembre en el Centro Cultural de España. Los comentarios estuvieron a cargo de Rossana Díaz Costa, Luisa Fernanda Lindo y de Willy del Pozo. Sobre Sarah Ellen, lo gótico y sobre los narradores jóvenes, dialogamos en la siguiente entrevista.
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Publicó un adelanto de esta novela en 1993. Han pasado más de quince años y publica la versión definitiva ¿Por qué tuvo reposando tanto tiempo a Sarah Ellen?
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La novela durmió 16 años porque maduró dentro de mí. La volví a reescribir después del sismo del 2007, cuando se creó un culto en relación a ella, después de que un hombre salvó la vida cobijado bajo su tumba. En 1993 era todavía un vampiro, pero a partir del 2007 se convirtió en una santa de culto. La idea de una vampiro que hace milagros me fascinó, y me reenganchó con la historia.
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La vida como un viaje, el viaje como metáfora de una existencia que nunca se termina, representado en Sarah Ellen, la inglesa que se alucinaba Vampiro. ¿Existió realmente esta mujer o se trata de otra leyenda urbana?
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La mujer existió, la leyenda nacida en Pisco, en Perú, llegó a Inglaterra y fue muy publicitada en la prensa inglesa y varios periodistas británicos hicieron una investigación exhaustiva sobre esta mujer. En google se puede hallar estas investigaciones hechas en Inglaterra. Lo mío es una novela inspirada en la leyenda urbana peruana. No recreo la leyenda, la leyenda me sirve de punto de partida para continuar ampliando mi horizonte expresivo. Esta novela no es extraña al corpus de mi narrativa, se emparenta con el cuento Gyula, con el tema de los verdugos de ese libro y con los rasgos góticos de mi novela La conciencia de límite último, novela con la que El viaje que nunca termina está emparentada; ambas novelas fueron escritas más o menos en la misma época, en el 91 y el 93 en los tiempos que estaba fresca de la embriaguez de sangre que hubo en la guerra interna.
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Lo heroico en esta novela es el amor de Jhon P. quien se embarca en esta travesía secundando a Sarah, él es quien al no rechazar el modo de vida de su esposa, inventa a la falsa vampiro. ¿El viaje que nunca termina podría ser clasificado también como una novela de amor?
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Es una novela de amor. La narrativa gótica moderna, en el cine y la novela han derivado a ser novelas de amor. El vampirismo como tema novelesco siempre ha estado relacionado con el sexo y el amor. El vampiro siempre vive penas de amor y cuando muerde efectúa una especie de coito de sangre que, en términos de placer sexual, es incomparable.

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¿Por qué elegir a un romántico, el Capitán Álvarez, para que conduzca el navío donde viajaba la pareja?
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El romanticismo fue un movimiento literario, filosófico, de reacción a la razón moderna. Este rechazo a lo moderno, vuelve con la postmodernidad. Esta novela fue escrita en pleno debate filosófico sobre la postmodernidad. Hay un romanticismo reciclado postmoderno; el rechazo a una modernidad tecnológica que todo lo depreda: la muerte de la randomancia, de las novelas góticas; el capitán Álvarez representa la resistencia de la magnifica navegación a vela, donde el capitán controlaba las corrientes y los vientos y Álvarez es el rechazo a los buques modernos donde los aparatos son los que controlan el rumbo de la nave.
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¿Cuáles han sido los referentes literarios sobre los que construye esta historia? ¿Quiénes han sido los autores que han influido en su incursión al género gótico?
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Los referentes literarios son Bram Stocker, y la novela sobre El buque fantasma, de la que se hizo una película muy famosa y tiene que ver con una historia, la del Holandés errante, que está condenado a navegar sin fin; Wagner hizo una opera con esa leyenda El Holandes errante. Pero el referente fue la leyenda misma de Sarah Ellen sobre la que había mucha información en 1993.
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En el Perú no hay una tradición gótica, quizá un acercamiento en la obra de Clemente Palma, sin embargo no ha sido un género desarrollado por nuestros escritores, de allí que considero que El viaje que nunca termina se convierte en un referente histórico. ¿Seguirá explorando lo gótico? ¿Ha pensado en otra novela?
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Es cierto que en el Perú no hay tradición gótica, y si la hay. Gonzalo Portal Zubiate ha hecho una antología de 300 páginas sobre poesía peruana de filiación siniestra Urge púrpura (El lampero alucinado ediciones 2009). Y Elton Honores de San Marcos está preparando una antología de cuentos peruanos sobre vampiros. Temas hay para novelas góticas; los pishtacos, los saca ojos, los "roba caras". Etc
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De los nuevos narradores ¿a quiénes considera que debemos seguirle la pista?
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Esa pregunta es difícil de contestar, los hay fantásticos y realistas. Pero aún no se despunta un escritor en especial. Me interesan las narradores mujeres jóvenes. Claudia Ulloa, Rossana Díaz Costa, Alina Gadea, Julia Wong, yo creo que son a ellas a quienes hay que seguirles la pista.
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Los jóvenes lo leen como a un autor de culto ¿Usted cómo se califica?
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¿Cómo me califico? Como un hombre que ha perseverado más de 40 años en una misma vocación. Y lo que he hecho y hago, es intentar construir una obra personal, que busca en cada nuevo libro ampliar mi horizonte expresivo. Me importa poco, si soy famoso o no lo soy, si gano premios o no, si me internacionalizan o no, si las editoriales grandes se interesan por mí; en las alternativas me siento muy cómodo. No soy un gran escritor, si lo fuese ya me habría echado el lazo, el anzuelo, las grandes editoriales del mundo que andan buscando con lupa a grandes escritores, y no soy de culto, salvo para unos cuantos fans. Para ilustrar esto basta ver que sólo dos blogs publicitaron la presentación de mi novela. Eso de culto es un bluff. Las sociedades "necesitan" inventarse escritores de "culto" y los raros (Siu Kam Wen, Adolph, CCF) son perfectos para esa forma de momificación necrofílica.

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Más sobre Carlos Calderón Fajardo:

http://www.librosperuanos.com/autores/calderon_fajardo1.html

lunes, 14 de septiembre de 2009

MARCO ANTONIO CORCUERA: permíteme que, en silencio, siga buscando tus consejos

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Gracias a él descubrí a Góngora y Quevedo. Recuerdo que con Kike Robles, mi primer hermano en la poesía, lo visitábamos casi todas las semanas. Me parece mentira que se haya ido. Cuando el poeta Alberto Alarcón, vía correo electrónico me informó sobre su partida, no pude sino guardar silencio y esperar que el dolor se instale para poder redactar estas palabras.
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Yo crecí leyendo y admirando a Javier Heraud, a César Calvo, a Luís Hernández, cuando llegué a Trujillo y me enteré que Juan Paredes Carbonell sería mi profesor, yo sentí que no sería tan grave soportar la carrera que me eligieron mis padres, JPC había obtenido una mención honrosa en el Primer Concurso El Poeta Joven del Perú, la mítica convocatoria cuyo último Poeta Joven fue el también virtuoso narrador Selenco Vega Jácome.
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Cuando llegué a Trujillo tenía 16 años, lo primero que hice fue buscar en las páginas blancas a Marco Antonio Corcuera, el legendario fundador de los Cuadernos Trimestrales de Poesía, apunté su teléfono y la dirección de su casa en Santa Inés. Yo estaba decidido a iniciar una vida de poeta, y por supuesto tenía que conocer a los referentes históricos con quienes maduré, leyéndolos.
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Marco Antonio me recibió con su gesto patriarcal y me invitó a la biblioteca de su segundo piso, allí me habló con entusiasmo sobre el siglo de oro español, su predilección por el verso clásico, me obsequió su último libro: SONETOS TRANSITIVOS. “Escribe, por lo menos, una línea al día: para un poeta no solo es suficiente su talento”, fue su primer consejo. Desde entonces no he dejado de escribir un solo día, convertí en mi máxima esos términos. Cuando un año y medio después fundamos Triángulo4, con Kike Robles y Sarah Vásquez, nos convertimos en sus más devotos visitantes.
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Pienso que no tan indirectamente el aura de los Cuadernos Trimestrales acompañaron mi aprendizaje no solo literario; en la universidad, Marco Torres, hijo de Wilfredo Torres Ortega, fundador también de los cuadernos, fue mi profesor de Derecho Penal, Horacio Alva, el histórico poeta trujillano, era primo de mi abuelo. Y, Calvo, Luís Hernández, Cillóniz, Watanabe, Luis Eduardo, Novoa y Hulerig han sido escritores a los que definitivamente les debo mi persistencia en el oficio.
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Ahora, sin embargo, Marco Antonio se ha ido. Partió en la desconocida barca. La última vez que lo vi fue hace nueve años, yo ya estaba instalado en Lima y mis viajes a Trujillo, perdieron su frecuencia. Sabía de él por Arturo, su hermano, por quien guardo el mayor de los respetos. Y hoy, que sé lo que significa perder a un ser valioso, no he logrado calmar esta tristeza por el hombre que le dio a Trujillo esa virtud de ciudad culta, Marco Antonio Corcuera era su espíritu, su voz.
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Su ausencia nos deja un vacío enorme. Por eso esta madrugada regreso a sus sonetos, porque él sí tiene mucho que decir en nombre de la poesía, porque estas palabras no son suficientes para aniquilar el nudo que permanece en mi garganta, porque me repito que no se ha ido, que no se ha ido, que no se ha ido.
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Ahora que descansas, Maestro, permíteme que en silencio, siga buscando tus consejos.
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