martes, 27 de octubre de 2009

Un señor poema del maestro Gonzalo Rojas.

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¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios, la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
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¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
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Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa, a esa única que me diste en el v iejo paraíso.
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¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
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Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez , porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
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sábado, 10 de octubre de 2009

EL RITO / Poema XIX

Satanás deduce una derrota.
Imagina que estoy solo.
(La soberbia te hace perecible,
Bestia oscura que en mi pecho
Afilas tus temores).
Yo soy el verdadero ángel de la sombra,
El sable hambriento que ingresa
Sin pánico a los templos.
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De El Rito, verano de 2000 (Inédito)

EL RITO / Poema XVII

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Soberbia,
Te marchas con las manos filosas de la tarde.
Ocultas en tu psiquis la oscura derrota,
El manantial de azufre donde arde la fonética del rito:
El hueso de la lengua
Inhibe las gotas trituradas por tu peso,
Escapan como linces
Temerosos a los fatuos perdigones de los iris
Que desempolvan, hambrientos,
La página donde contemplo de puntillas mi cadáver.
Los arcos me han devuelto la sotana:
Retornan a lo lejos y maldicen
La vigilia de Sexton que articula mi última cruzada;
El plan que, sobre los acantilados,
Destruye como un monje a la tristeza.
Pero no escapes,
No atentes contra el muro
Que los faraones han devuelto a tus preguntas:
La saga de estos dedos
No concluye detrás del arpa donde habitan los bemoles,
El punto de la sombra no contempla
La voz del esqueleto,
Ni siquiera la mandíbula de las panteras o los tigres;
Sólo TÚ:
Dulce pesadilla a la que asisto como un cuervo.
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* Del libro inédito EL RITO, verano de 2000.