viernes, 29 de noviembre de 2013

La épica del exilio en la poesía de Jorge Nájar (En torno a POESÍA REUNIDA, Editorial Universitaria UNFV, 2013)


Escribe: Harold Alva
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"En este mundo difuso he levantado mi casa / No pago impuestos ni cobro gabelas / Vivo solamente", nos aclara Jorge Nájar en uno de los poemas de PIEDRA ANGULAR, el libro con el que cierra su POESÍA REUNIDA. Y es precisamente por esos versos que me obligo a repensar sobre la obra que ahora nos convoca, sobre este documento con el que realiza su inventario, los años que le ha entregado a la siempre subversiva forma de vivir como poeta. Como poeta en exilio permanente, porque él, sin impostaciones, sin máscaras o quizá con todas las máscaras, es un poeta que ha hecho del desplazamiento su carnet de identidad, su marca de vida, su propuesta. Desde "Malas Maneras" hasta "Piedra Angular", Nájar nos ha entregado una poética del desarraigado, pero no de aquel desarraigado que desconoce o no comprende la civilización y la cultura por donde se desplaza, no de aquel desarraigado que se condiciona hábitos para sobrevivir porque se sabe de ninguna parte, sino de aquel desarraigado que precisamente porque conoce los sistemas por donde cruza su experiencia, elige el elemento natural de quien vive en perpetuo movimiento como fantasma simbólico cultural para redefinir su origen, para vencerlo. Porque este desarraigado para capturar aquello que lo induce a la sorpresa y escribirlo tiene como regla vencer el canon de su origen. Y esto lo podemos confirmar en los temas que eligió desde sus primeros libros, propuestas que fue consolidando gracias al recurso natural de quien ha vivido en muchas partes; y Jorge Nájar es alguien que ha vivido en muchas partes: desde su incursión a Lima hasta su llegada a Europa y esa constante de quien ha hecho de la partida y el retorno las caras de esa moneda con las que sortea su hábito de vida.
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Jorge Nájar sabe que el mundo está determinado por la migración humana, lo sabemos nosotros porque lo leímos en los mitos que pretenden justificar el nacimiento de las civilizaciones, el Perú es un país de migrantes, Lima es una ciudad de migrantes, París es una ciudad de migrantes; migramos desde el origen, y han sido las sociedades que capitalizaron el poder precisamente del que migra las que más se desarrollaron, lo vemos aquí en nuestras periferias, lo vemos en ese gran opresor del norte que es una tierra de migrantes, lo leímos en los textos de religión e historia, por eso no es sorprendente que un poeta se haya atrevido a asumir su condición natural con el equipaje de quien migra. Sin embargo este nómade posmoderno eligió subvertir esa condición desde su escritura, por eso critica con ella ese canon al que me referí hace un momento, un canon que va más allá de las anécdotas de lo literario, qué es el canon literario finalmente sino aquello que dejó de ser subversivo y se convirtió en receta para la perpetuidad, para las discusiones de quienes pretenden justificar el conocimiento, su información, lo que consideran sus aportes. 
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Yo estoy seguro que a un poeta como Nájar le importa lo que equivale el sonido de quien muerde una manzana si forma o no parte de aquellas páginas por las que seguro otros son capaces de traicionar su consecuencia. Por eso su participación en el proceso de nuestra literatura o las entregas de sus libros siempre ha sido discreta, él sabe lo que escribe, a él no le hace falta el otorgamiento de laureles o el reconocimiento de algún crítico, él escribe con la incredulidad de quien conoce, él avanza con la incredulidad por el meta discurso, su formación lo obliga a desconfiar de los efectos prácticos de los meta relatos a los que se refería Lyotard y sin embargo su apuesta por la poesía tiene responsabilidad épica.
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Escritores Paco Tumi, Tulio Mora, Jorge Nájar y Arturo Corcuera
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Jorge Nájar fortalece una legión de poetas que hicieron de ese tipo de desarraigo su mayor propuesta, por eso asocio su proyecto de escritura a las poéticas de Vallejo, de Moro, de Eielson y de Chariarse. Ese sentido del que irrumpe que aprendimos con el Trilce de Vallejo y esa imprecisión del vuelo onírico que asimilamos con Moro, ese repaso a todas las formas que entendimos gracias a Eielson y ese respeto por las formas clásicas pero rupturistas con las que escribe Chariarse; y es intrigante porque nos pone frente a tradiciones opuestas pero completarias: Gamoneda y Moro, por ejemplo, pero que nos sirve para rastrear su registro y nos brinda luces que empiezan con Cisneros en Malas Maneras, continúa con Marcial, sigue con Cluny y nos devuelve a Bai Juyi y a Catulo, lo que definitivamente nos coloca frente a un poeta que ha asimilado las grandes tradiciones para entregarnos una propuesta que irrumpe como la voz en cuya sonoridad crepita un canto épico. Un canto que se fortaleció en ese primer Nájar que integró HORA ZERO, el movimiento más contundente en sus elementos de ruptura.
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Pero Nájar es un poeta que no ha dejado de luchar por vencerse, por derrotar su Yo poético, para trascenderlo, para trascenderse. Él sabe que si un poeta es auténtico debe empezar por derrotarse a sí mismo, hay poetas que no han logrado vencerse a sí mismos, ellos son los prescindibles. Rimbaud se destruía a sí mismo, Baudelaire se destruía a sí mismo, Antonin Artaud, se vencía a sí mismo, Leopoldo María Panero, se destruye a sí mismo. En ellos coinciden sus vidas como tragedia, cierto, pero vayamos a quienes no llegaron a extremos vivenciales, Huidobro rompiéndose la lengua en el último canto de "Altazor", Borges en su "Libro de los dones", o Kavafis en "Esperando a los bárbaros".
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En esa lucha ha ido del discurso poético narrativo, o cronipoema, poesía conversacional o coloquial, al discurso clásico, a su apuesta por la imagen, por la metáfora, por la búsqueda de su interioridad al modo Zen, pero desde su propia tradición, desde ese origen al que confirma, desde ese origen al que derrota, desde ese origen al que subvierte con la sagacidad de un brujo que domina el lenguaje con el que se sirve para comunicarse con lo que occidente apenas intuye; y esto lo apreciamos en "Espíritus", el libro en mi opinión más personal de este conjunto: " Poco importa si al despertar / la noche arda o no / pues lo que sí cuenta / es brillar bajo tu sombra".
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Hacia esa sombra viaja y regresa, hacia esa sombra huye o se guarece, contra esa sombra nace y se aniquila, Jorge Nájar ha vivido bajo esa sombra, Jorge Nájar ha sobrevivido sobre esa sombra y en él hay una vuelta al orden que lo legitima como puente de una generación que en este momento escribe desde la precisión de un mundo que ha recibido hecho pedazos. Pero en esos pedazos está la historia y sobre esos pedazos la lengua, nuestro idioma, todavía no se rompe, todavía retumba como una carcajada que nos dice que aún puede haber otro sueño. Por ese sueño Jorge Nájar insiste, por ese sueño Jorge Nájar escribe, por ese sueño Jorge Nájar nos convoca. 
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Leonidas Vélez, Rosina Valcárcel, Germán Peralta, Jorge Nájar, Sonia Luz Carrillo, Ricardo Falla