sábado, 8 de junio de 2019

La república caviar


La “república caviar” deviene en el programa máximo de la correspondencia entre coyuntura e historicismo en el Perú de hoy. Se trataría principalmente de una forma de gobierno, o curiosidad, consiste en un cierto régimen de asamblea popular cuyos miembros serían elegidos directamente por las instituciones de la sociedad civil, como son las universidades o los gremios profesionales, y sin intermediación de los partidos políticos. Este modelo aún ideal de democracia, por cierto, tiene los claroscuros propios de la arena movediza que es nuestro proceso político. Pero, aun así, ese parece ser el sentido de una ley de tendencia, o el sentido caviar de la historia.

Táctica y estrategia le dan forma a esta urdiembre política: hilos colocados en paralelo y a lo largo parecen conformar la siguiente trama, o camino histórico “por etapas e ininterrumpido”: Primera etapa: De la vigilancia y del dominio de la hermenéutica, al extremo de imponer un lenguaje hegemónico, altamente coercitivo, consistente en categorías postmateriales, devenidas en fetiches, pero movilizadoras como “la lucha contra la corrupción” e incluso “la reforma política de la Constitución”. Segunda etapa: Del castigo y la posesión de los cuerpos de los políticos opositores con la cárcel y la muerte, como son las prisiones de la candidata presidencial Keiko Fujimori, y de los presidentes Alberto Fujimori, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, y en el suicidio de Alan García. Tercera etapa: De la intervención de los órganos constitucionales con el fin de controlarlos, de cooptarlos, como son el Ministerio Público y el Consejo Nacional de la Magistratura. Cuarta etapa: De la depauperación y si es posible del aniquilamiento de las instituciones políticas, como son el Congreso de la República y los partidos políticos. Quinta etapa: De la convocatoria a una Asamblea Constituyente que haría de poder constituido y poder constituyente, a la vez.

Este sendero luminoso caviar tendría una sexta etapa: De la república caviar, que llegado el momento habitaría principalmente una especie de gran esfera de la sociedad civil, por supuesto en relación de poder de dominio respecto de la para entonces ya casi inexistente esfera de la sociedad política. Pero, a esta quimera le ocurre la lógica al revés: Se pretende empoderar a la sociedad civil por la vía del proceso político, y no por la vía del proceso previo de individuación y de satisfacción de las necesidades materiales; y se pretende, además, empoderar a la sociedad civil a partir de una nueva Constitución del Estado que cambie la forma de gobierno y no a partir de un nuevo Código de Comercio que sí es en verdad la ley fundamental de la sociedad. La república caviar aparece desproveída de teoría, y de realidad: Si los caviares hicieran una lectura liberal del marxismo, su proceder político e histórico sería diferente. Técnicamente, la sociedad civil peruana casi no existe, y la república caviar no tiene morada.

Por cierto, la república caviar, o utópica, tendría su tradición política en las ucronías nacionales que, entre las décadas setenta y ochenta del siglo pasado, constituyeron la Asamblea Nacional Popular que la izquierda legal buscó estatuir como nuevo gérmen de poder popular, y la República Popular del Perú por la cual Sendero Luminoso también poseyó los cuerpos de los políticos opositores con el terror y con la muerte. Por lógica y sólo por ella, analogía de por medio, los caviares estarían logrando hacer la revolución en el Perú.
.
.
Juan Antonio Bazán: Analista político y abogado. Profesor asociado de la Escuela Profesional de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde imparte los cursos de Análisis Político de Coyuntura, Análisis Político Comparado, y Teoría Política Moderna y Contemporánea.(Artículo publicado en el Diario Expreso. Sábado, 8 de junio de 2019)