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Las luces rompen el cristal
Con la velocidad del filo de una cuchilla
Esa lengua de ácido que lame los huesos
Que salpica su saliva como perdigones que retornan a los ojos
Para destrozar la imagen repetida en esta sala
En este piso de enfermos donde los médicos levitan
Al acecho de calaveras y medicamentos
Nadie conoce el drama de estos hombres
Nadie la sangre
Que circula por las llaves que ingresan a sus cuerpos
Nadie la voz escrita de mi padre
Que toda la noche ha custodiado como hace años
El sueño de los internos
Lo observo: escupe
Las hélices se mueven como pájaros detenidos en el techo.