miércoles, 21 de octubre de 2015

Neón ha vuelto

Acabo de recibir los ejemplares de “La hoguera desencadenada”, la antología del Movimiento Cultural Neón que preparé con Héctor Ñaupari. Es extraño tener entre las manos veinticinco años de historia, veinticinco años en los que aprendimos a resistir y a persistir en un escenario adverso a quienes decidimos entregarle nuestra vida a la poesía. Leo la antología, pienso en Carlos Oliva y los violentos años de la década del noventa, lo imagino esperando a Zelada en alguno de los cafés en las inmediaciones de San Marcos, proyecto a Juan Vega al centro de un grupo de jóvenes en el jirón Quilca hablando de estética, de Barthes; recuerdo a Miguel Ángel Guzmán caminando por la avenida Brasil repitiendo en voz alta los poemas de Ojeda y de Churata, y de pronto la oscuridad en forma de vehículo, la oscuridad con precisión de infarto, la oscuridad en la noche irremediable de Lima clavándose en la juventud de estos poetas, la muerte con su carcajada de espanto arrebatándoles el aire. La muerte y su maléfica actitud hurgando en la avenida Tacna, en la Plaza San Martín, de pie frente a los monumentos como quien le pregunta al silencio de qué sirvió cerrarles los ojos. Yo la miro de este lado del ordenador y le digo que no le sirvió de nada. No le sirvió de nada porque hoy Neón ha vuelto, porque hoy Oliva, Vega y Guzmán han vuelto. Yo la miro y le digo que fue en vano ese rapto material porque hoy cumplimos 25 años y aquí estamos rodeados por quienes no claudicaron, por quienes se mantuvieron firmes izando la bandera de ese poema que nos cruzó a todos con la perdurable sensación de la unidad, de la refundación de las propuestas para retar a este siglo que no deja aún de sorprendernos.