sábado, 24 de octubre de 2015

Ricardo González Vigil

Gracias a él aprendí a leer a César Vallejo. Tuve la oportunidad de asistir al reconocimiento que le hizo la Pontificia Universidad Católica por sus cuarenta años como catedrático. Aprendí a respetarlo leyendo sus comentarios en un diario de circulación nacional, primero en el suplemento, después en su columna de los jueves, pero sobre todo en los muy bien solventados estudios que sirvieron como prólogos a obras cuyas lecturas deberían ser imperativas: su trabajo sobre la poesía vanguardista del Perú, sus investigaciones sobre José María Arguedas, sus acercamientos a Joyce, Proust, Kafka, Mann  y el mundo judío; pero sobre todo su preocupación por hacer de sus discípulos verdaderos críticos. Presidente del jurado de los más importantes premios literarios, Miembro de Número de la Academia Peruana de la Lengua, poeta con varios libros publicados,” Lectura Mundo”, su poesía reunida nos reconcilia con el bardo fundador de una generación que continúa marcándole la pauta a las nuevas propuestas. Se inició con CIRLE, el grupo de escritores de la PUCP que tuvo entre sus integrantes a Luis La Hoz y Nicolás Yerovi. Ricardo González Vigil es propietario de una obra que le ha dado a nuestro proceso páginas notables. Con él la crítica literaria fue asimilada con atención en el tablero de la investigación latinoamericana. Valiente defensor de temas que para muchos son polarizantes, su conocimiento lo ha legitimado como un referente: nuestro referente. Su famoso Recuento de Fin de Año es una de las páginas más esperadas por quienes hacen literatura en el Perú. Por él han pasado miles de libros cuyas aproximaciones valieron para considerarlos entre nuestras más inquietantes lecturas. Honrar su trabajo debería ser motivo para reunirnos y entender el curso de los movimientos y tradiciones que se han sucedido a lo largo de todas estas décadas.