domingo, 5 de julio de 2015

PEDRO NOVOA, a secas.


Pedro Félix Novoa debe ser el narrador peruano con mayores reconocimientos literarios, su talento y su disciplina, propios de alguien que ha sido soldado cuatro años, han sido galardonados con el Premio Horacio de Novela que organiza la Derrama Magisterial por Seis metros de soga y con el Premio Internacional Mario Vargas Llosa por Maestra vida. Pedro Félix Novoa es un escritor que puede jactarse de haber sido premiado por Miguel Gutiérrez, Alonso Cueto, Ricardo González Vigil, Roland Forgues, Juan Armas Marcelo y el propio Nobel y que sin embargo, a diferencia de muchos que eligen el ladrido hacia sus egos, Pedro eligió redoblar la disciplina, multiplicándose entre las clases que dicta en la universidad, el colegio y ese templo sagrado que significa el rincón de quien fabula: la búsqueda como bandera y la sorpresa como resultado; su obra nos devuelve al mejor realismo, directo, brutal, sin atenuantes. Su libro de cuentos Cacería de espejismos y la novela Tu mitad animal (ambos publicados por el Fondo Editorial de la Universidad César Vallejo) nos confirman a un narrador prolífico que ha hecho de la ciudad un escenario donde los vitalistas y los metaliterarios bien podrían ser un pretexto para la ficción, una necesidad retórica, un código de barras para su cosificación. Finalista del Premio Herralde y del XI Prix Hemingway, Novoa persiste en liberar a sus bestias con la ansiedad de un hombre que hurga con serenidad el abismo y lo traduce con la sagacidad de un estibador que aplica con exactitud el corte de su lámina. “Sólo lo que se esconde es profundo y verdadero”, promulgaba Cioran, acaso esa es la máxima de Pedro y, por eso, su fijación de inquisidor, de esteta seducido por el vértigo, por ese bien mayor que nos trasciende o aniquila. 
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(Publicado en Expreso el 25 de junio de 2015)