martes, 7 de julio de 2015

PEQUEÑA NOVELA CON CENIZAS



Cuando José Carlos Yrigoyen dejó de publicar poesía y empezó a compartir en redes sus opiniones sobre libros (Nosotros matamos menos, Poema inútil), muchos imaginamos que el Perú había ganado un ácido crítico que sería una especie de censor –necesario- para calificar lo que se está produciendo. Antes publicó un extenso ensayo: “La hegemonía de lo conversacional” (2009), posteriormente dos libros: “Poesía en Rock” (2010) y “Crimen, sicodelia y minifaldas: un recorrido por el museo de la serie B en el Perú” (2014). Lo que no imaginamos fue que JCY ingresó, voluntariamente, de la mano de la prosa, a una especie de catarsis para reconstruirse a sí mismo saldando con el pasado una vieja deuda: el conflicto con el padre y nos sorprendió, hace algunas semanas, con la publicación de “Pequeña novela con cenizas”, un texto en primera persona que narra la historia de un escritor sobre una escena decadente que lleva como sombra las agresiones del padre de quien intentó vengarse construyendo a un personaje homoerótico -que nos sirve como pista para desentrañar los versos del propio Yrigoyen- en paralelo a su investigación sobre Pier Paolo Pasolini, el poeta y cineasta italiano asesinado brutalmente en Ostia en 1975. No sé si el escritor haya vencido sus fantasmas, no sé si la literatura funcione como terapia, pero el resultado es una obra valiente que no se reduce a capturarnos alrededor de sus personajes: José Carlos nos pone frente a dos momentos de la historia cuyos conflictos y dramas persisten. En “Pequeña novela con cenizas”, Yrigoyen hace del lenguaje un tercer personaje que nos mantiene atentos intensificando su tensión con la destreza de alguien que no es nuevo en esto. Esta novela es una obra puntual e intensa que confirma a un escritor que desde hace rato juega en otras ligas.

.
(Artículo publicado en Expreso el 7 de julio de 2015)