Noé Delirante llegó a la edición número
catorce. ¿Qué ha hecho de este libro una leyenda? Se publicó por primera vez en
1963 por ediciones de La Rama Florida (Javier Sologuren) Tenía apenas cuarenta
y cuatro páginas, posteriormente con el paso de los años se convirtió en un
documento donde Arturo -como el personaje bíblico- reunió en cuatro cuadernas su
flora y su fauna, su cartografía interna y externa. Noé Delirante es
un libro que marca un hito en el proceso de nuestra literatura porque apareció
en un momento cuando el modo coloquial se caló casi como un esquema en la obra
de la mayoría de los poetas de su generación y se instaló como totalidad en
casi todos los registros poéticos posteriores. Arturo fue a contracorriente:
eligió el poema breve. Corcuera escogió otro tipo de oscuridad para alcanzar el
resplandor. A lo largo de los años el poeta fue incorporando otros elementos,
otras formas, nuevos pasajeros: así llegó a Hollywood donde abordaron nuevos
tripulantes: Mickey, el Pato Donald, Bugs Bunny, Ciro Peraleca; y siguió su
curso hasta anclar en Santa Inés, Chaclacayo, desde donde capturó a los
fantasmas de sus compañeros de ruta. El último capítulo: A bordo del
Arca es un apartado testimonial en el que su registro se transforma,
deja la fábula y le da lugar a la memoria, suelta sus manos y nos entrega
poemas como canciones de una época que -tengo esa impresión- lo esperó a él para
que la entregue a la posteridad. Noé Delirante es un libro al que
nos acercamos por primera vez gracias a las fábulas que aprendimos en la edad
escolar, un documento que nos ha marcado porque leyéndolo podemos interpretar a
un hombre que no se cansa de asombrarnos con su imaginación, con esa destreza que
lo convirtió en “el mago las palabras”.
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(Publicado en Expreso el 3 de julio de 2015)